Bajo las órdenes de Luther Gulick, quien estaba a cargo de Educación Física en la Escuela de Trabajadores Cristianos, Naismith fue encomendado para dar vida en un plazo de 14 días a una actividad atlética que permitiera a los jóvenes distraerse de la ferocidad del invierno en Nueva Inglaterra.
Fue así como Naismith comenzó a escribir la historia del básquetbol e ideó un juego consistente en hacer caer una pelota –los primeros partidos se jugaron con balones de fútbol- sobre unas cestas colgadas en altura.
Versiones sobre la historia del básquetbol difieren respecto de si eran cestos para recoger manzanas o duraznos, pero coinciden en que se trataba de canastas fruteros y que, cada vez que el balón caía en su interior, los jugadores debían detener el partido para sacarlo y continuar con el juego.
Los cestos fruteros fueron clavados a una altura de 10 pies (3,05 metros), que es la misma a la que se ubican hoy los aros de básquetbol profesional, de acuerdo a los normas de la FIBA, que es la entidad mundial que regula al básquetbol.
Para dar inicio al juego, los primeros exponentes de la historia del básquetbol fueron divididos en dos equipos, y como había 18 participantes, cada equipo lo integraron 9 miembros: 3 en la defensa, 3 en el centro y 3 en la delantera.
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